Ruido interno
No se escuchó el grito.
Porque no lo hubo.
Solo el chasquido sordo de algo que se rompió por dentro.
Las luces titilaron, pero nadie las miró.
Estaban todos ocupados mirando sus propias pantallas.
Uno menos. Uno más.
¿Quién lo nota?
El cuerpo no se desplomó: cedió.
Como un muro antiguo, rendido al peso de siglos de indiferencia.
Las gatas se fueron antes.
Lo sabían.
No fue un gesto heroico.
No fue una explosión.
Fue precisión.
Fue cálculo.
Fue justicia.
Nadie preguntó por qué.
Porque nadie quiere respuestas que duelan.
Solo pastillas, likes, y frases de mierda impresas en tazas.
“Respira. Todo pasa.”
Mentira.
Él no.
Él no pasó.
Él se quedó en las ruinas.